Antonio Nores Martínez, nació el 18 de noviembre de 1907 en la ciudad de Córdoba, Argentina. Desde una edad temprana, Antonio y sus hermanos desarrollaron una pasión por los perros, influenciados tanto por la herencia familiar como por las experiencias vividas. Acompañaban a su padre y tíos en salidas de caza, lo que les permitió descubrir el fascinante mundo de las razas caninas.

Desde joven, mostró un gran interés por la medicina veterinaria y comenzó a estudiar en la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires. Durante sus años de estudiante, Nores Martínez se destacó por su talento y dedicación. Obtuvo la medalla de oro en medicina y también escribió varios libros sobre cirugía. Tenía un profundo conocimiento de la genética y era considerado un pionero en la ciencia experimental.

En 1935, Antonio contrajo matrimonio con Herminia del Castillo y juntos tuvieron cinco hijos, cada uno de ellos siguiendo sus propios caminos. Entre ellos se encontraban profesionales destacados como Marta Isabel Nores, Antonio José Nores del Castillo, Rodolfo Nores del Castillo (doctor en oftalmología), Abel Nores del Castillo (empresario) y Beatriz Nores del Castillo (arqueóloga).

Desde temprana edad, Antonio había soñado con su creación, el Dogo Argentino, y comenzó a buscarla cuando era joven. Sin embargo, fue en 1947 cuando consideró que la raza estaba genéticamente estabilizada y la presentó al mundo a través de la revista “Diana” con una prueba de campo en San Luis.

Para lograr su objetivo, Antonio comenzó con un número limitado de razas puras, como el Bull Dog, el Bull Terrier, el Pointer y el Boxer. En aquella época, muchas razas habían perdido sus cualidades milenarias debido a la intervención humana. Luego, utilizó perros mestizos con razas como el Gran Danés, el Irish Wolfhound, el Mastín de los Pirineos y el Dogo de Burdeos. También incluyó al antiguo perro de pelea Cordobés, un ejemplar típico de combate de los años 20. De esta manera, aprovechó las cualidades de cada raza para crear “un gladiador blanco” que fuera rústico, equilibrado, poseyera un olfato agudo y una agilidad excepcional, y estuviera dispuesto a luchar hasta la muerte si fuese necesario.

Después de muchos años de sacrificio y dedicación, Antonio logró su objetivo, criando a través de familias genéticamente diferentes y evaluando constantemente a los ejemplares en pruebas de valor y resistencia en los campos argentinos.

Trágicamente, la vida de Antonio fue interrumpida el 2 de diciembre de 1956 durante una jornada de caza, donde fue asesinado junto a su amigo. Sin embargo, su obra no se perdió, ya que su hermano Agustín Nores Martínez continuó su legado, logrando que el Dogo Argentino fuera reconocido como raza por la FCI (Fédération Cynologique Internationale) y difundiéndolo por todo el mundo.

Agustín Nores Martínez

Es importante destacar el papel fundamental que desempeñaron numerosos amigos de Antonio Nores Martínez en la preservación y difusión del Dogo Argentino. En la ciudad de Córdoba, más de 100 ejemplares puros fueron cuidadosamente mantenidos por estos amigos, quienes se convirtieron en custodios de la raza y la perpetuaron hasta nuestros días.

El legado de Antonio Nores Martínez trascendió su vida y continúa vigente en la actualidad. El Dogo Argentino, la raza que él creó con tanto empeño, se ha ganado un lugar destacado en el mundo de los perros. Reconocido por su apariencia imponente, su fuerza, resistencia y valentía, el Dogo Argentino ha encontrado su lugar tanto en el ámbito de la caza mayor como en el de la protección y el deporte canino.

La visión de Antonio Nores Martínez de criar un perro polivalente, versátil y leal se ha convertido en una realidad palpable en la actualidad. El Dogo Argentino es apreciado no solo por su destreza en la caza y su capacidad de protección, sino también por su carácter amigable, equilibrado y leal con su familia.

La obra de Antonio Nores Martínez trasciende la creación de una raza canina. También fue reconocido por su inteligencia, su patriotismo ejemplar y su espíritu solidario. Admirador de San Martín y defensor de las tradiciones gauchas, Nores Martínez fue un hombre comprometido con su país y con su comunidad. Su labor en beneficio de los más necesitados y su devoción a su fe católica son testimonio de su ética y valores.

A pesar de su trágica muerte, el legado de Antonio Nores Martínez perdura en la figura del Dogo Argentino y en aquellos que continúan criando, protegiendo y promoviendo esta raza canina única. Su contribución a la cinofilia y su visión de criar un perro excepcional han dejado una huella imborrable en la historia canina de Argentina y del mundo.